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http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/jaqueperpertuo/2010/06/21/el-nuevo-libro-de-arena.html
Autor:
Carlos Sánchez Almeida
Licenciado en Derecho y socio de Bufet Almeida, comentará en este blog dudas de los lectores y temas legales sobre Internet y tecnología.
Jaque Perpetuo
El nuevo libro de arena
El jueves pasado, después de esperar durante semanas la actualización remota de mi Kindle, descubrí que dicha actualización podía hacerse manualmente, mediante un proceso muy sencillo, tras descargar el firmware 2.5 desde la página de Amazon.
Cuando encendí de nuevo el aparato, lo que tenía en las manos había dejado de ser un simple lector de libros electrónicos, para convertirse en un aparato revolucionario. Y digo revolucionario, porque al menos en España no conozco ningún otro aparato que otorgue conexión 3G gratuita a Internet, sin necesidad de pagar tarifa alguna a las operadoras.
A lo largo del fin de semana, he optimizado los marcadores, para tener acceso a la versión móvil de los sitios que consulto habitualmente. Y así, he podido leer en la playa, a pleno sol, desde la Wikipedia hasta Menéame, pasando por Twitter y Gmail, además de mis libros y el periódico. El viento no se llevaba las páginas; los borgianos tienen por fin un verdadero libro de arena.
No sé qué puede hacer Libranda para competir con algo así, y de verdad me gustaría saberlo: no soporto que se condene al olvido la producción literaria en español. Desde el Kindle puedo comentar mis lecturas con mis amigos en tiempo real: me basta con subrayar un párrafo, para enviarlo automáticamente por Twitter y Facebook. El poder de una tertulia literaria universal al alcance de la mano, y gratuito.
Esta mañana, al mismo tiempo que las leía en una carta al director, he podido twittear unas jugosas palabras del eximio parlamentario Pablo Iglesias, elegido diputado en 1910. Y en ese mismo momento he decidido jugarme la columna, diciéndole a Pedro J. lo que pienso de su Orbyt en iPad.
Voy a suscribirme a la edición Kindle de El Mundo. Reconozco que es mucho más bonita en el cacharrín de Apple, pero soy un antiguo: alguno hasta me llamará talibán del software libre. El corazón de Linux sobre el que corre el Kindle me da cuanto necesito, y la mayor parte de los sitios que voy a visitar –que, en buena parte, también corren bajo código abierto- se ven mucho mejor en blanco y negro, sobre todo en la playa.
Pero esa no es la razón fundamental. La razón fundamental es poder twittear cada mañana las columnas sobre las que se sostiene el periódico, o las citas más sarcásticas de mis libros, según los vaya leyendo. Compartiendo mis lecturas con otros conspiradores, como antaño: esa fue la forma en que se expandieron por el orbe las ideas libertinas, en tiempos revolucionarios, mucho antes de que alguien pudiese soñar con la conversación 2.0.
Respeto a los devotos del iPad, y sólo les pido el mismo respeto para los que no profesamos su fe. Si no atienden a la razón, que al menos atiendan al mandato de tolerancia contenido en el artículo 16 de la Constitución Española:
“Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la Ley.
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